4 características humanas inalcanzables para la Inteligencia Artificial

Más Allá de las Máquinas. Desde hace siglos, los seres humanos han investigado y buscado entender qué los diferencia de los animales. Ciencias como la biología, la sociología, la antropología y la filosofía, han indagado en esta cuestión.

Incluso el derecho ha establecido que ciertos grupos de animales pueden tener ciertos derechos legales en circunstancias especiales. Pero ahora, surge una pregunta intrigante: ¿Deberíamos otorgar derechos a la inteligencia artificial (IA)? ¿Tiene derecho a la vida?.

Es un tema complejo, pero es esencial reflexionar sobre ello para comprender las implicaciones de la tecnología que creamos.

En un mundo avanzado donde las máquinas piensan y aprenden, algo nuevo y poderoso ha surgido: ¡el quinto elemento! No está hecho de tierra, fuego, aire ni agua, sino de algo completamente diferente.

Es como un ser vivo, pero no lo es. Es la anti-vida, la creación de la inteligencia artificial. Los robots son tan inteligentes que pasan una prueba especial, como un juego, y la ganan sin dudarlo.

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Ahora la humanidad debe enfrentarse a su propia creación

Robots con mentes brillantes. ¡Es como tener súper poderes contra nosotros mismos! ¿Podremos sobrevivir y mantener el control? Es una batalla emocionante entre humanos y máquinas.

En el mundo de Blade Runner, confundir humanos con robots era un gran problema. La emoción era la clave que delataba a las máquinas y robots, como las lágrimas del replicante Roy Batty en la lluvia.

Pero, ¿qué ocurrirá más adelante? ¿Cómo sabremos qué es humano cuando las inteligencias artificiales sean omnipresentes? ¿Qué idea nueva inventaremos para identificarlas?.

Será un gran desafío descubrir la diferencia entre lo humano y lo artificial en ese futuro. Tal vez necesitemos encontrar nuevas pistas o emociones únicas para entender este misterio. El futuro nos depara muchas incógnitas y sorpresas.

1. La generación espontánea

En el mundo, hay algo que nos hace diferentes de las máquinas inteligentes: nuestra habilidad para crear cosas de forma espontánea.

A veces, un humano se levanta por la mañana y tiene una idea mágica, una historia emocionante o un poema hermoso en su mente. Cada persona es como un artista, inventando cosas nuevas a partir de su propia vida y experiencias.

Pero las máquinas no pueden hacer eso. No tienen imaginación ni emociones como nosotros. Así que, aunque sean muy listas, nunca podrán crear como lo hacemos nosotros.

En un reciente informe divulgado en una prestigiosa publicación científica, el equipo de investigadores de la Universidad de Zaragoza, liderado por Miguel Aguilera y Manuel Bedia, llegó a una interesante conclusión.

Según sus hallazgos, existe la posibilidad de alcanzar una forma de inteligencia capaz de crear sus propios métodos para adaptarse a diferentes situaciones.

Aunque esto pueda parecer un acto espontáneo, se diferencia significativamente de una decisión tomada con intención.

Es relevante destacar que toda acción realizada por una inteligencia artificial proviene de la planificación y programación realizada por seres humanos. Por ende, la capacidad de improvisar en una banda de jazz seguirá siendo un atributo exclusivo del ser humano.

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2. La regla de la ética

Todo esto nos conduce hacia la segunda gran disparidad: el campo de la ética. La inteligencia artificial y las máquinas no poseen una ética intrínseca, es necesario inculcarles tal comportamiento.

Ellas simplemente obedecen parámetros preestablecidos, reglas claras y precisas que determinan sus acciones.

Por otro lado, el ser humano cuenta con un marco normativo (Constitución, leyes, religión, etc.) que establece lo que debe hacer, y también tiene claro lo que no debe hacer. Sin embargo, la ética trasciende más allá de ser un mero reglamento, pues representa una guía más profunda y esencial.

La ética abarca la habilidad de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, una cualidad crucial en nuestra raza.

Desde temprana edad, los niños ya manifiestan juicios éticos y se conducen en consecuencia. Aquellos que dotan de moralidad a las máquinas e inteligencias artificiales son verdaderos poseedores de ética.

Las máquinas carecen de bondad o maldad, simplemente son efectivas, obedecen órdenes y actúan según su programación. Los programadores poseen el poder de guiarlas hacia acciones éticas.

La ética, fundamental para la humanidad, se extiende también a la creación y dirección responsable de la inteligencia artificial.

El poder de moldear la ética y el comportamiento de las máquinas es innegable. El sabio científico José Ignacio Latorre ha desvelado su visión en su obra «Ética para máquinas».

Según él, un futuro cercano nos mostrará a la inteligencia artificial en el círculo de toma de decisiones gubernamentales.

Actualmente, ChatGPT ha sido programado para evitar contenido delicado y limitar su acceso a la red profunda. De este modo, puede ajustarse a las normas de cómo debe ser y actuar.

Sin embargo, el tiempo avanza y las directrices morales cambian, lo que implica ajustar constantemente los valores enraizados en la inteligencia artificial, de manera que se mantengan en sintonía con los del ser humano.

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3. La intención solo puede ser humana

La trascendencia de la intención en la ética es vital. La filósofa Elizabeth Anscombe, en su obra «Intención», resalta la imposibilidad de reducir la intención a simples anhelos o estados mentales.

Para Anscombe, la intención es un atributo esencial de toda acción y se enlaza directamente con la responsabilidad ética. Por ende, es inconcebible desvincular la intención de la acción al evaluar su moralidad.

A esto, se suma la profunda relación entre la intención y la esencia misma de cada acto humano, lo cual forja una intrincada red de significados que dan forma a lo correcto e incorrecto desde el punto de vista ético.

Elizabeth Anscombe reprende severamente las corrientes filosóficas que solo se enfocan en las ramificaciones de una conducta, ignorando por completo los propósitos premeditados que la preceden.

Cuando la ética y la moral desaparecen, la inteligencia artificial pierde su facultad de intencionalidad. La fuerza motriz detrás de sus acciones es simplemente la programación establecida por los humanos.

Cada uno de estos tres elementos analizados con anterioridad demanda una profusa cantidad de tinta para alcanzar una comprensión cabal.

4. Sin remordimientos ni problemas psicológicos

Plantear la cuestión de las similitudes y no de las diferencias, resulta interesante. Las IA contrastan en varios aspectos. Carecen de experiencias, historia, psicología y problemas psicológicos.

El remordimiento, esencial en la ética y moral, les es ajeno. El amor y afecto no están en su naturaleza, tampoco el sufrimiento o dolor.

La independencia de opinión les falta, siendo meros receptores de información. La utilidad determina la existencia de ChatGPT, siendo inútil si no se consulta.

Su identidad, pura invención humana, no define su esencia. Solo existe como herramienta útil para la humanidad, sin posesión de rasgos propios.

En el inmenso universo de la inteligencia artificial, también reside su lado destructivo, un poder que no solo amenaza millones de empleos a nivel global, sino que podría relegarnos a un insignificante papel en la cadena productiva sin caer en las exageraciones de la ciencia ficción apocalíptica.

En última instancia, es el humano quien tiene el control. El uso de esta tecnología está en nuestras manos y puede ser tanto una herramienta creadora como destructora.

Para asegurarnos de no olvidar su esencia en el futuro, podríamos insertar en su alma sintética una suerte de advertencia, una señal que nos recuerde que estamos lidiando con un elemento ajeno a la humanidad, un quinto elemento, una entidad no humana. Más Allá de las Máquinas-

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